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Nuestros dichos
Dar gato por liebre / Vender gato por liebre
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Este dicho expresa un engaño con mala fe, y en general dar o vender a alguien algo diferente, normalmente de una calidad inferior a la solicitada. Ejemplo: "El carnicero me dio gato por liebre, esta carne es de segunda y me la cobró a precio de primera".
Sobre las antiguas tabernas, posadas y mesones, y especialmente los puestos ambulantes, circuló siempre la creencia popular de que se servía carne de gato haciéndola pasar por carne de liebre, conejo o cabrito, debido al parecido físico que muestran una vez desollados, e incluso similar sabor, sobre todo si previamente eran introducidos en adobo. Obviamente, los clientes pagaban el gato que consumían al precio de la liebre o el cabrito que anunciaban los posaderos.
La desconfianza llegó a tal extremo que entre los clientes de estas hosterías y puestos callejeros se manejaba un conjuro, que era recitado antes de serles servidas las viandas: "Si eres cabrito, mantente frito. Si eres gato, salta del plato".
Tan extendida estaba al parecer esta práctica fraudulenta de "dar gato por liebre", que la literatura del Siglo de Oro la dejó profusamente referenciada, por ejemplo el propio Francisco de Quevedo las cita y alude a ellas frecuentemente de forma sarcástica. No es pues extraño que en lo sucesivo quedase la expresión aplicada popularmente a cualquier tipo de engaño.
Historias de la posguerra nos hablan también de cómo los gatos, una vez limpios, se dejaban unas noches a la intemperie para que las carnes reblandeciesen. Bien cocinados, ni el paladar más exquisito era capaz de diferenciar el origen de la carne y menos aún cuando se guisaba con arroz.
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